Mi hija nació el 23 de mayo del 2014, por un parto de cesaria a las 37 semanas de gestación; al mes de nacida percibimos que nuestra hija no escuchaba. Yo estaba trabajando en mi computadora y de repente el viento tiró una lata al piso y me asusté. Cuando volteo a ver la niña ella no se inmuta y comienzo a aplaudirle y nada, ni una sola respuesta; le cuento a mi esposa y ella me comenta que ha percibido lo mismo así que decidimos hacerle exámenes, con lo que se corrobora nuestra sospecha. Desde ese momento nuestra vida cambió por completo. Como madre mi esposa tuvo que dejar sus proyectos y dedicarse por entero a buscar la manera de ayudar a mi hija y yo me exigí más en el trabajo para poder cubrir con las necesidades que demandaba el caso nuestra beba.

Acudimos a todos los médicos especialistas del área y al principio algunos nos recomendaron que esperáramos a que nuestra bebé adquiriera madurez; nos dijeron que quizá, en el proceso, el problema de audición se quitaría por completo (gran error y pérdida de tiempo) pero nos lo decía un médico experimentado en el área y al paso de los meses y no ver ningún avance en nuestra hija, y de buscar nuevos diagnósticos se nos dijo que la pérdida auditiva de Annabella era irreversible y que necesitaba audífonos para poder darle calidad auditiva y que sus terapias de lenguaje tendrían mejor resultado con los audífonos.

Así que después de realizar una cantidad innumerable de exámenes se logró adaptarle sus audífonos; a todo esto ya nuestra hija tiene un año y medio de terapias de lenguaje y terapias de motor fino entre otras, se le adaptaron unos audífonos pediátricos marca Oticon modelo Sensei Pro los más potentes existentes en el mercado para la edad de nuestra hija; a partir de ese momento recibió terapias en clínicas privadas y terapias en casa durante ocho meses, y se hicieron las evaluaciones correspondientes de cada mes para ver si le estaban ayudando los audífonos. No recibimos respuesta hasta los tres meses de andarlos y a los seis meses se descartó la probabilidad de un implante coclear, pero al seguir con sus terapias no se veían avances  en Annabella y al año de haberse puesto sus audífonos y realizarle nuevamente sus exámenes se descubrió que Annabella había perdido casi totalmente su audición en ambos oídos, estando en peor caso su oído derecho que ya solo percibía vibraciones, a lo que llaman los médicos restos auditivos, y es entonces en donde se diagnostica que Annabella tiene Hipoacusia bilateral profunda y necesita un implante coclear en su oído derecho para comenzar.